¿Qué es la baja reserva ovárica?

Publicado el 26 noviembre 2020 |Última actualización el 20 enero 2023 |Fertilidad femenina.|Artículo revisado por: El equipo médico de CIRH

Uno de los principales indicadores de la capacidad fértil de una mujer es su reserva ovárica. Este parámetro indica la cantidad de óvulos que tiene una mujer en un momento concreto, una cifra clave para valorar las posibilidades que tiene para conseguir el objetivo del embarazo. Una baja reserva ovárica es una causa clara de dificultades para conseguirlo, ya que se minimiza el número de óvulos que pueden ser fecundados por los espermatozoides.

Este es un problema que, con el paso del tiempo, se acentúa en las mujeres de manera natural. A partir de los 35 años los ovarios de la mujer empiezan a generar menos óvulos en cada ciclo, disminuyendo así la capacidad de embarazo de la mujer. Este descenso no es causado por un motivo consecuencia de un mal comportamiento o malos hábitos de vida. Simplemente es una evolución natural de la fisiología femenina.

Aún así, la baja reserva ovárica no es una patología exclusiva de las mujeres a partir de esta franja de edad. Hay casos en los que la mujer, por varios motivos, puede tener una capacidad ovulatoria menor siendo más joven y, en consecuencia, puede tener problemas para ser madre en un momento que, por su edad fértil, podría generar más óvulos.

Es importante tener claro que una baja reserva ovárica no imposibilita a la mujer quedarse embarazada, sino que hace más complicado el proceso. Las posibilidades disminuyen porque hay menos óvulos disponibles para ser fecundados y evolucionar hasta un embrión. Aún así, el sueño de ser madre es posible.

La reserva ovárica es la cantidad de óvulos susceptibles de ser fecundados con los que cuenta una mujer en un momento vital concreto. Una baja reserva ovárica de la mujer se detecta cuando sus ovarios, en cada ciclo, generan un menor número de óvulos de los que podría generar en función de su edad. Así como la capacidad masculina para generar espermatozoides es infinita, el número de óvulos que genera una mujer no lo es.

Las mujeres nacen con un número de óvulos determinado (unos dos millones en una situación normal) y, durante su vida, irán viendo cómo se reduce esta reserva (a la pubertad suelen llegar con, aproximadamente, un 25% de los óvulos con los que nacen). Estos ovocitos se almacenan en los ovarios que, cada mes, generan un número de óvulos maduros para que uno de ellos pueda ser fecundado. En cada ciclo menstrual la mujer pierde unos mil ovocitos.

La reserva ovárica se calcula analizando los valores de AMH y el recuento de folículos antrales. Si el resultado es menor de lo esperado para la edad de la mujer es cuando hablamos de baja reserva ovárica. Además de estos valores, también se considera una baja reserva ovárica los casos en los que el recuento de óvulos por ovario sea de 4 o menos o, sumando los dos ovarios, no se alcancen los 8 óvulos.

Una baja reserva ovárica puede ser causada por varios motivos, y no siempre depende directamente de algo que la mujer pueda controlar. Aún así, en una baja reserva ovárica hay valores que pueden dificultar más o menos conseguir un embarazo. Como hemos explicado, el número de óvulos maduros con los que contará la mujer es menor de lo esperado, por lo que se reducen las posibilidades de que uno sea fecundado, pero con ayuda posible es posible.

Es importante tener presente que a partir de los 35 años la capacidad ovulatoria de la mujer disminuye de manera fisiológica, repercutiendo así en su capacidad fértil. Este descenso se acentúa aún más a partir de los 40, cuando el descenso es notable, con una tasa de fertilidad del 5% mensual. Además, las tasas de aborto aumentan, principalmente por la carga de anomalías cromosómicas que van adquiriendo los óvulos con el paso de los años.

Es por eso que a medida que la mujer se acerca a los 35 años se recomienda valorar la opción de vitrificar los óvulos. De esta manera, la mujer puede aplazar el proyecto de ser madre hasta el momento que lo considere oportuno, sin temor de perder calidad ovárica y, en consecuencia, capacidad fértil. Con este tratamiento la mujer se asegura mantener la calidad de sus óvulos para usarlos cuando llegue el momento idóneo.

Más allá del factor de la edad, otros factores pueden causar una baja reserva ovárica en la mujer. Los problemas pueden venir por una cuestión genética, pueden ser causados por una enfermedad autoinmune que puede no detectarse hasta el momento de conocer el problema, incluso una infección u otros aspectos ambientales.

Efectos colaterales de algún tratamiento, como la quimioterapia o la radioterapia, para combatir un cáncer también puede afectar a la reserva ovárica de la mujer. Una patología como la endometriosis es otra causa habitual que provoca la pérdida del número de ovocitos.

Además de todos estos factores, los hábitos propios de la mujer también pueden influir de manera importante en la reserva ovárica. Niveles de estrés en el día a día o el consumo de alcohol o tabaco con regularidad pueden ser perjudiciales para el recuento de óvulos de los que se disponen. Por último, trastornos alimentarios como la anorexia también pueden acentuar este problema.

La baja reserva ovárica no se presenta con una sintomatología concreta, con dolores u otros problemas que no sean la dificultad para quedarse embarazada. Es por eso que es imposible detectarla hasta el momento en el que se perciben los problemas para quedarse embarazada y se acude al ginecólogo para averiguar el problema. Los antecedentes familiares pueden ser una señal, pero en ningún caso se puede asumir esta patología por un tema genético.

Para dictaminar si hay una baja reserva ovárica se realizan dos pruebas muy sencillas y nada invasivas. Por un lado el recuento de folículos antrales. Este recuento se efectúa entre el segundo y el quinto día del ciclo, con una ecografía transvaginal, con la que se contabilizan los folículos por cada ovario que se encuentren en fase de desarrollo (folículos antrales). Con una reserva ovárica normal se encuentran entre 6 y 10 folículos.

Con un análisis de la hormona antimulleriana también se puede determinar cuál es el estado de la reserva ovárica de una mujer. Esta hormona, básica en determinar el sexo en el momento de desarrollo del embrión, es una sustancia que producen, en parte, los folículos antrales del ovario. Con su análisis se puede evaluar la maduración de los óvulos, que es mejor cuánto más altos son los niveles.

Su valor se consigue con un simple análisis de sangre, especificando el valor que se busca en el momento de hacer el análisis de la muestra. El valor de esta hormona no cambia, sea cual sea el día del ciclo menstrual en el que se realiza la prueba. Esto facilita mucho la realización de esta prueba, ya que su efectividad no se encuentra delimitada a un día concreto.

Los resultados de este análisis son normales si se obtiene un resultado de entre 0,7 y 3,5 ng/ml, detectando una baja reserva ovárica si los valores son inferiores a los indicados.

Las mujeres con una baja reserva ovárica pueden tener problemas para responder a la estimulación ovárica, obteniendo pocos óvulos maduros para la fecundación, o también sufrir abortos espontáneos con más facilidad. Si la mujer opta por vitrificarse los óvulos, llegado el momento puede realizar un tratamiento con sus propios óvulos, que tendrán la calidad que tenían en el momento de la congelación.

Vitrificar óvulos puede eliminar la necesidad de precisar de una donante en el momento de querer ser madre. De este modo se puede recuperar el propio material genético para realizar el tratamiento de Reproducción Asistida indicado. En función de la situación y la casuística de cada pareja, los tratamientos que suelen ser efectivos para conseguir un embarazo con una baja reserva ovárica son la Inseminación Artificial o la Fecundación In Vitro.

La Inseminación Artificial es una técnica de Reproducción Asistida que consiste en colocar dentro del útero los espermatozoides seleccionados previamente de una muestra (ya sean de la pareja o de un donante), en el momento en que la mujer está ovulando. Para aumentar las posibilidades de embarazo se estimulan hormonalmente los ovarios y se controla la ovulación para saber cuál es el mejor momento para hacer la inseminación.

La segunda opción, la Fecundación In Vitro, es una técnica que permite fecundar un óvulo fuera del útero. Una vez fecundados, los embriones resultantes se implantan en el útero de la mujer.

Este tratamiento consta de cinco fases. Se empieza estimulando los ovarios para, cuando alcanzan el punto de maduración idóneo, extraerlos con una punción del ovario por vía vaginal. A continuación, se fecundan con la muestra de semen y se inicia el cultivo embrionario. Pasado un máximo de cinco días se realiza la transferencia del embrión al útero de la mujer y se procede a la crioconservación de los embriones sobrantes.

Una baja reserva ovárica de la mujer se detecta cuando sus ovarios, en cada ciclo, generan un menor número de óvulos de los que podría generar en función de su edad. La mujer nace con un número de óvulos que, a lo largo de su vida, irá madurando y desprendiendo en cada ciclo menstrual. A la pubertad una mujer puede llegar con 400.000 ovocitos.

Hay parámetros que cuantifican el número de óvulos que tiene que generar cada mes una mujer en función de su edad. En caso de no llegar a estas cifras, se considera que la mujer tiene una baja reserva ovárica. Hay diferentes niveles y, en ocasiones, con esta patología se puede conseguir un embarazo de manera natural. Si no es el caso, con un tratamiento de Reproducción Asistida las probabilidades de conseguirlo son altas.

La Inseminación Artificial o la Fecundación In Vitro son los dos tratamientos más habituales en estos casos. En ocasiones hay que optar por una donación de óvulos, debido a que los óvulos propios son insuficientes o de mala calidad.

Las causas de tener una baja reserva ovárica son diversos, aunque el más común es la edad. A partir de los 35 años la calidad de los óvulos de una mujer inicia una curva descendiente llegando, en cinco años, a un nivel muy bajo. Esto hace descender la fertilidad de la mujer, por lo que en los casos en los que se prevé retardar la maternidad se recomienda optar por la congelación de óvulos.

Hay dos posibles pruebas para dictaminar la calidad de la reserva ovárica de la mujer. El recuento de folículos antrales, con una ecografía transvaginal entre el segundo y el quinto día del ciclo, o con un análisis de sangre para evaluar los niveles de la Hormona Antimulleriana.

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