Disfunciones sexuales
Las disfunciones sexuales en los hombres son un problema mucho más común de lo que nos podemos imaginar. Son un trastorno físico y/o psicológico que altera la capacidad de mantener relaciones sexuales de manera satisfactoria. Para considerarse disfunción, estos problemas tienen que ser patentes durante al menos dos o tres meses, con lo que un episodio puntual no es suficiente para considerar que se precisa un tratamiento.
Las causas pueden ser diversas, y pueden responder a cuestiones físicas y psicológicas, y no es necesario que estén relacionadas con el entorno de la pareja. Aunque se puede pensar que los efectos de estos problemas sexuales únicamente afectan a las relaciones de pareja, se considera que sus consecuencias también influyen negativamente en las relaciones sociales y el entorno familiar en general.
Así como son varios los aspectos que pueden causar una disfunción, también hay diferentes afectaciones en el hombre. En función de en qué fase de la actividad sexual se detecta el problema que altera las relaciones sexuales del hombre, la disfunción se puede clasificar en 3 tipos. Existen las disfunciones de deseo, las de la excitación y las disfunciones del orgasmo.
En función de la causa que provoque la disfunción sexual, el tratamiento idóneo puede ser a través de fármacos o bien con una terapia sexual de la mano de un psicólogo o psiquiatra. En estos casos, la manera más efectiva de afrontar el problema es de manera conjunta con la pareja.
¿Qué son las disfunciones sexuales?
Las disfunciones sexuales son un trastorno físico y/o psicológico que altera la capacidad de mantener relaciones sexuales de manera satisfactoria. Se detectan cuando el hombre tiene problemas para sentir el deseo sexual (las ganas de practicar sexo), para excitarse y lograr la erección, a pesar de tener deseo sexual, o para lograr orgasmos, es decir, eyacular o sentir el placer.
Hay algunos condicionantes del día a día que pueden afectar alguna de estas capacidades en momentos puntuales, ocasionando fallos en la respuesta sexual. Médicamente estos problemas esporádicos no se consideran disfunciones sexuales. Para poder diagnosticar este problema se estima que el hombre tiene que sentir alguno de estos síntomas, de manera persistente, durante, al menos, tres meses.
Aunque estos problemas son más comunes a una edad avanzada del hombre, no son unos efectos exclusivos de ninguna franja de edad concreta. Es complicado encontrar la manera de prevenir la disfunción sexual, pero a pesar de esto, es muy importante detectar las causas que la provocan para poder apaciguar sus efectos.
Estos problemas para mantener relaciones sexuales y disfrutar de ellas, en ocasiones, derivan en un descenso de autoestima por parte del hombre, por lo que es importante tratarlo una vez se ha detectado algún problema. Se considera que este trastorno afecta a la salud física, psíquica y social, y tiene un importante impacto en la vida de las personas afectadas y su entorno familiar.
¿Qué causa disfunción sexual?
Las causas de la disfunción sexual se pueden dividir en dos tipos, las causas físicas y las psicológicas. En ambas tipologías se puede observar que hay algunas más fáciles de detectar y tratar que otras, pero abarcan un amplio abanico de posibilidades.
Si nos referimos a las causas físicas, un bajo nivel de testosterona puede provocar problemas de disfunción. Para tratar los bajos niveles de esta hormona sexual se tiene que detectar bien lo que la causa. En función de esta variante, se puede solventar con un tratamiento hormonal o un tratamiento con pastillas.
Precisamente algunos medicamentos pueden ser también la causa de la disfunción sexual, como algunos antidepresivos o medicación para solventar una elevada presión sanguínea. Precisamente una alta presión en la sangre también puede provocar disfunción. Una lesión que cause daño en los nervios, un derrame cerebral, fumar, el alcohol y el consumo de drogas son otras de las causas.
Si nos centramos en las causas psicológicas, a menudo mucho más complicadas de tratar debido a su complexión, podemos encontrar la preocupación o las dudas que pueda tener el hombre sobre su rendimiento sexual o problemas dentro de la relación de pareja. Un estado de depresión o sentimientos de culpabilidad respecto a la otra persona tampoco ayudan a mejorar. La estabilidad entre los dos es muy importante para poder disfrutar de una actividad sexual plena.
Pero no todas las causas psicológicas se encuentran dentro de la pareja. Un nivel de estrés y ansiedad en el trabajo o los efectos de un trauma sexual del pasado que esté presente en el hombre tampoco ayudan nada.
¿Cuántos tipos de disfunción sexual hay?
Podemos dividir la disfunción sexual en 3 tipos principales. Esta diferenciación se establece según en qué fase de la actividad sexual se detecta el problema. Si aparece como ausencia de ganas de tener relaciones sexuales se engloba dentro de las disfunciones de deseo; si hay problemas de erección se conoce como disfunciones de la excitación; si, en cambio, el problema está en la capacidad de eyaculación o llegar al orgasmo es una disfunción del orgasmo.
La primera, la disfunción de deseo, se reproduce en forma de falta o de exceso de deseo. Por un lado, el hombre se puede encontrar sin apetito sexual, viendo como cada vez tiene menos pensamientos sexuales e inicia con menos frecuencia actividad sexual. Pero el problema también puede ser un exceso de deseo, siendo constante e irrefrenable, haciendo imposible posponer la necesidad de satisfacer su deseo sexual sin tener en cuenta las posibles consecuencias.
En el caso de las disfunciones de excitación, puede aparecer en forma de dificultad de erección (problema que afecta a más de un 10% de los hombres entre 25 y 70 años) o, a pesar de conseguirla, de no sentirse excitado en el momento de mantener relaciones sexuales. Incluso se pueden dar las dos problemáticas a la vez.
El último tipo de disfunción que encontramos es la del orgasmo, relacionada con la dificultad de sentir el placer en el momento de llegar al orgasmo (insensibilidad orgásmica) o bien para poder eyacular. Como en el caso de las disfunciones de excitación, también hay casos en los que se experimentan los dos problemas.
En este grupo podemos diferenciar varios problemas. En la eyaculación precoz se eyacula rápidamente, de manera inevitable y sin poder controlarlo. Pero también existe el caso contrario, la eyaculación retardada, cuando por mucho que lo desee, el hombre no llega a la eyaculación. La dispareunia (sentir dolor al producirse el coito) es otro problema orgásmico, y el caso más extremo es la evitación sexual fóbica, cuando un encuentro sexual produce temor al hombre.
¿Cómo se trata la disfunción sexual?
El principal problema para tratar una disfunción sexual es la aceptación por parte del hombre de que necesita ayuda médica. Esta barrera psicológica del hombre a menudo retarda el tratamiento para paliar los efectos, pero cuando se acepta y se inicia un tratamiento con un especialista, se puede solucionar. Las causas de una disfunción pueden ser psicológicas o físicas, por lo que el especialista adecuado para tratarla puede ser un psicólogo, psiquiatra, andrólogo o urólogo.
En los caos en los que el problema sea mental, la solución más efectiva para estos problemas es la terapia sexual. En este caso, se trabaja con ambos miembros de la pareja, para poder detectar de la mejor manera el problema. Con la pareja implicada, se consigue alcanzar la satisfacción sexual deseada tratando, en los casos que exista, los sentimientos de ansiedad, depresión, miedo o culpabilidad que puedan dificultar el correcto funcionamiento sexual.
Esta terapia tiene el objetivo principal de crear o restablecer el bienestar y satisfacción sexual de ambos miembros de la pareja. Una vez detectado el problema que ha provocado la disfunción, se puede abordar con los pacientes y se lleva a cabo la implementación del programa que se considere más efectivo para cada caso y se facilitan las indicaciones para evitar una hipotética recaída.
Si el tratamiento precisa de medicación, se utilizan fármacos para aumentar el flujo sanguíneo hacia el pene o bien una terapia hormonal, a través de inyecciones, parches o geles. En algunos casos en los que la disfunción sea de excitación, se puede solucionar con una ayuda mecánica.
Como hemos visto, las disfunciones sexuales pueden ser consecuencia de diferentes factores. Pero la consecuencia siempre es la misma, un deterioro de la calidad de las relaciones sexuales en pareja. En lo casos en los que la disfunción es masculina, hay un gran problema añadido de autoestima por parte del hombre, que no es capaz de aceptar rápidamente la situación y, en consecuencia, retrasa el diagnóstico médico y e inicio del tratamiento.
La afectación que puede provocar una disfunción sexual depende de la fase de la actividad sexual en la que aparece el problema. El problema puede surgir en un momento inicial, reflejándose en una absencia de deseo sexual o bien un exceso del mismo. La falta de deseo es, evidentemente, un problema, pero lo es del mismo modo tener tanto deseo que nubla la capacidad de detectar las consecuencias de tener relaciones sexuales en circunstancias inadecuadas.
Asimismo, la disfunción también puede ser de excitación, imposibilitando la erección o, si se consigue, con la ausencia de excitación en el momento de mantener las relaciones sexuales. Esta problemática afecta a más de un 10% de la población masculina entre 25 y 70 años. Y, por último, existen las disfunciones del orgasmo, en las que el hombre no puede eyacular o a pesar de conseguirlo no percibe ningún placer.
En función de cada caso, el tratamiento puede ser a nivel psicológico, realizando una terapia con un psicólogo o psiquiatra, o bien con medicamentos. Si es un problema psicológico, una vez se ha detectado el problema, se establece con el especialista un programa en pareja que permitirá recuperar una buena salud sexual. En el caso que el tratamiento sea con fármacos, el objetivo es aumentar el flujo sanguíneo hacia el pene o bien una terapia hormonal, a través de inyecciones, parches o geles.
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